Por DOMINGO LÓPEZ FERNÁNDEZ
Hubo suerte, desde luego, el sábado santo, pues el tiempo respetó el paso del “Tumbaillo” y la Virgen de la Soledad por las calles de Motril. Respeto en todos los sentidos ya que la tranquilidad reinó durante toda la jornada y ello a pesar de que llegaban noticias negativas desde Granada, donde se había suspendido la procesión de Santa María de la Alhambra. En Motril, en cambio, las nubes se abrieron en el horizonte y el tiempo se hizo primaveral, sin apenas aire, lo que facilitó que el paso de la Virgen luciera espléndidamente su candelería en todo el trayecto.
Como todos los años la junta de gobierno de la cofradía de la Virgen de la Soledad había establecido su salida penitencial a temprana hora. Aún así, desde las 18 hrs., ya había gente dispuesta en los alrededores de la casa hermandad, sita en la calle Santa Ana, sede desde donde efectúa su marcha la procesión. Minutos antes de las 20 hrs. la comitiva quedaba organizada en la amplia explanada de la Huerta de la Condesa, figurando a la cabeza de la misma la cruz guía y tres faroles junto a los que se dispone un grupo de niños vestidos a la usanza hebrea. Le siguen, igualmente, jóvenes hermanos sin capillo y los penitentes ordenados en dos filas, que marchan con los tradicionales farolillos propios de esta hermandad. Llamativa es, sin duda, la vestimenta de los hermanos cofrades: túnica y capa negra y cíngulo y capillo de color amarillo. Con este frente de procesión ya armado, el actual hermano mayor, Reinaldo Tarragona y su predecesora en el cargo, María Luisa Prieto, se situaban frente a la puerta de la casa hermandad y procedían dar los golpes de rigor para dar principio a su estación de penitencia.
De forma paralela continuaba componiéndose el cortejo penitencial con la popular Chia, figura alegórica que anuncia la muerte y que va caminando con bocina al hombro junto a otros dos hermanos que exhiben el mismo atributo. Más atrás el estandarte del Cristo Yacente junto a una representación de Protección Civil en traje oficial, hermanos de la hermandad de Jesús de Pasión y una nutrida representación del Cuerpo de la Guardia Civil. Inmediatamente a su lado se dispone la corporación municipal y el resto de autoridades invitadas por la junta de gobierno. Sin apenas distancia el incensario da paso al trono de Cristo Yacente, en el que figura la imagen titular, de autor desconocido, sobre un túmulo cubierto por una sábana blanca. Junto a él, en emotiva escena, aparecen las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan Evangelista, obras todas ellas del escultor Antonio Díaz Fernández. Este impresionante y voluminoso trono marcha en modalidad de trabajadera granadina y está dirigido por el motrileño Hilario Peña, actuando como auxiliar del mismo Juan Luque. Finalmente ultima esta sección la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de la Expiración de Huéscar, que repite actuación por cuarto año en Motril.
La sección penitencial de la Virgen de la Soledad se dispone a continuación con su estandarte al frente. Tres faroles se sitúan en su inmediatez junto a dos banderolas con el escudo cofrade y largas filas penitenciales, entre las cuales se ubica el estandarte de la Virgen, cuerpo de camareras y la representación oficial de la cofradía. A continuación el paso de la titular mariana, la Virgen de la Soledad, impresionante dolorosa de autor desconocido que remonta su existencia al siglo XVIII. Este paso marcha en modalidad malagueña y figura en su dirección el capataz de trono Antonio Díaz y los auxiliares Francisco José Serrano Gállego y Daniel Pérez Hidalgo. Finalmente cierra el cortejo la banda de música de la localidad de Molvizar.
La junta de gobierno de la cofradía había dispuesto para este año un itinerario que le lleva a transitar por el centro urbano de Motril. Partía la comitiva desde su casa hermandad y continuaba por la calle Manuel de Falla, Pío XII, Rambla de Capuchinos, Fundición, Nueva, Teatro, Marqués de Vistabella, Javier de Burgos, Catalanes, Emilio Moré, Gaspar Esteva, Bustamante, Matadero Viejo, Nueva, Cuevas y Santa Ana, para desde aquí proceder a su encierro. Significativo resulta contemplar la salida de los dos pasos procesionales desde la casa hermandad, momento en el que desde los balcones situados en los pisos superiores se le arrojan pétalos de flor. Sin duda, este acto confiere una estampa emotiva y devocional de los hermanos hacia sus sagrados titulares. Igualmente destaca el tramo de la Rambla de Capuchinos, donde se apostan numerosos vecinos del barrio para ofrendar su devoción a las dos imágenes que reciben culto en la parroquia de la Divina Pastora. Precisamente, a su paso por ella, la junta de gobierno de la titular de gloria mostró sus respetos al cortejo y ofreció un ramo de flores a la Virgen, cumplido que se suele repetir todos los años. El paso por tribuna resulta asimismo espectacular por el armonioso conjunto multicolor de los penitentes prietos en las filas. Sin duda no es lugar adecuado para una procesión el tránsito por calles de excesiva anchura, pero en el caso de la cofradía de Nª Sª de la Soledad este aspecto ha sido obviado. Aún así, este año no se ha echado en falta el calor del público que se apresta a sus lados y acompaña a los titulares hasta la casa hermandad. Al final, el encierro aglutina en torno a sí a una impresionante muchedumbre que se agolpa en la calle para contemplar la reverencia que los portadores del paso de la Virgen efectúan ante el Hijo de Dios muerto.
Como es habitual en esta cofradía los tronos de sus titulares se encerraron con puntualidad espartana en su casa hermandad dado que por motivo de la vigilia pascual el cortejo no puede permanecer en la calle después de las 24 hrs.