Los poquitos lectores que se han asomado a mi artículo anterior, muestran un preocupante interés para que continúe.
Reconozco que mi mayor y mejor estabilidad es la inestabilidad, así que no prometo compromiso de continuidad alguno.
Había una vez un banco -el de los billetes, no el de las plazas o paseos- bueno y un ahorrador malo. Había una vez un gobierno bueno y unos ciudadanos malos…
Fíjense ustedes el cuento que les relato:
“Había una vez unos bancos que prestaban dinero a mucha gente, a las instituciones, empresarios, profesionales, obreros, campesinos, estudiantes… y con el tiempo dieron tanto y de forma tan irresponsable que ya no les quedaba y cerraron el “grifo”. El ciclo que mantenía el sistema empezó a quebrarse y la gran cantidad del dinero prestado no podía ser devuelto. Los préstamos fueron garantizados con los bienes de los que pedían el dinero, bienes que en el caso de las personas de a pie eran sus propias viviendas. En el momento que se prestaron los dineros el banco valoró las garantías, es decir, las viviendas, muy por encima del importe prestado. Estos mismos bancos honrados y de buen corazón, amparados por la Ley, se quedaron con las viviendas, pero como el mercado -como consecuencia de la propia crisis generada por ellos mismos- no permitía la venta de dichas viviendas al precio que ellos valoraron, el hombre o mujer de la calle, canalla y mala persona, continuaba debiendo al banco parte de su deuda, sino toda ella, si teníamos en cuenta los gastos, intereses y honorarios profesionales que engordaban la cuenta total.
El gobierno, que le daba más pánico que los bancos entraran en crisis a que lo hicieran sus ciudadanos, ayudaban a aquellos y mantenían una legislación que en los tiempos de crisis favorecía más a los que la han provocado”
Imagínense que esto ocurriera de verdad. Que el mercado, como consecuencia de la crisis generada por unos pocos, hiciera que las personas, al no disponer de ingresos suficientes para hacer frente a sus deudas, perdieran las garantías que en su día les entregaron a esos pocos y, a pesar de ello, siguieran debiendo el dinero prestado. No, esto no puede pasar de verdad, es un cuento al revés.
Pero el relato continua:
“Aquellas personas, que como consecuencia de la crisis general, tuvieron que perder todos sus bienes en pago de las deudas y a favor de los bancos que provocaron la crisis, y a pesar de ello, continuaron debiendo a los mismos bancos y al propio gobierno, por lo que decidieron esconderse, desaparecer, renunciaron a ser emprendedores, zanjaron cuentas corrientes, se desapuntaron hasta del teléfono, luz, agua, alcantarillado, utilizaban, cuando era posible, a otros en su lugar, por no tener a su nombre no tenían ni el carnet de identidad, llegaron a formar un ejercito de indocumentados que ni el fisco sabía quienes eran. Al final formaron su propio partido, su estado, sus instituciones, construyeron naves espaciales y se fueron en busca de otro planeta…allí crearon una nueva civilización sin bancos y sin gobierno.”
Otros, sin embargo, creen que no fue exactamente así lo que ocurrió, ya que aquellos desdichados no construyeron naves y se marcharon a otro planeta, sino que se mantuvieron en este, formaron una gran masa de descontentos, se asociaron, eligieron a los más exaltados salvapatrias, llegaron a ser mayoría y tomaron el poder, nacionalizaron los bancos, crearon sus propias organizaciones paramilitares, reivindicaron la pureza de la sangre, expulsaron a los inmigrantes…..”
Bueno todo esto no parecen historias al revés sino historias para no dormir.
Nada de esto tiene que ver con la realidad, es imposible que las crisis las paguen, las soporten, las padezcan, la mayoría de la población, bajo la mirada displicente de los que la provocaron y el apoyo político, económico y jurídico de nuestros gobernantes.
! Que va, que disparate…¡
El pollo, el pato, el pavo, el faisán, la codorniz y la perdiz fueron convocados y viajaron hasta la cumbre.
El cocinero del rey les dio la bienvenida:
–Os he llamado –explicó– para que me digáis con qué salsa queréis ser cocinados.
Una de las aves se atrevió a decir:
–Yo no quiero ser comida de ninguna manera.
Y el cocinero puso las cosas en su lugar:
–Eso está fuera de la cuestión. Lo que les di a su elección fue únicamente el tipo de salsa…
1-Está claro que los banqueros (minoría)) son los amos del mundo , los gobernantes -marionetas en sus manos-y que el resto de mortales (mayoría absoluta) deseamos la abolición de esa exclavitud
2-todos sabemos que la unión hace la fuerza
3- sabemos de injusticias cometidas por los poderosos y de como los oprimidos se rebelan uniendose y manifestándose
4-y sabemos que esta crisis puede ofrecernos la oportunidad
de cambiar algunas cosas
hay que pensar y actuar , ahora.