Sonetillos

Miguel Aguado Hernández

Mi vate de cabecera, El Bardo Afligido, me manda estos sonetillos para que, como en otras ocasiones, se los publique en mi espacio mensual de El Faro, ‘A la vera del Guadalfeo’. A un amigo no se le puede negar nada y cumplo con su petición:

Mucha gente preveía / Que tan barato dinero / que regalaba el banquero / nada bueno traería.

La crisis ya se expandía, / afectaba al mundo entero / y en España Zapatero / como zombi sonreía.

«La tormenta financiera / aquí nunca va a llegar», / dijo al vernos preocupados.

Y ahora estamos a la espera / de no muy tarde alcanzar / seis millones de parados.

Un poco exagerado y pesimista me parece el poeta. Esperemos que a partir del año que entra la economía tome un rumbo ascendente y haya trabajo para todos.

En descargo de Feliciano –que es el auténtico nombre de El Bardo- hay que decir que estos días está un poco mosqueado. Y es que el otro día subió a Granada a la cena de empresa. A los postres -animado por sus compañeros- cayó en la tentación de beberse un chupito. De vuelta al hotel se topó con un control de alcoholemia, en el que dio positivo. Esto le acarreará la retirada del permiso de conducir durante unos meses lo que para él, que trabaja de agente comercial, es una catástrofe. Al día siguiente, atribulado por lo sucedido, leyó en el periódico que en estas fiestas se van a conceder permisos carcelarios a presos de ETA con asesinatos en su historial. Exprimiendo el poco humor que le quedaba escribió este otro sonetillo que yo paso a transcribir:

Sé que no estaba bebido, / que tomé lo habitual, / me paró un municipal / y me delató el soplido.

Si lo sé no hubiera ido. / Yo soy un hombre cabal, / de mi casa y muy formal / y esto me cuesta el despido.

Que delante de una barra, / no se controla ni el rey / ¡Que me bebí solo uno!

Trátenme como a un etarra, / y aplíquenme blanda ley, / que yo no maté a ninguno.

Creo sinceramente que su reclamación va a caer en saco roto. Pero no se le puede negar el derecho al pataleo. Y es que estos favores que están recibiendo estos terroristas supuestamente arrepentidos escuecen a mucha buena gente.

Animado por los versos de mi amigo me ha entrado el gusanillo de hacer una composición rimada (un sonetillo, como no) dedicada a los lectores de esta columna:

Sería un error garrafal / si este modesto rincón / fuera insufrible tostón / o rollazo insustancial.

Sabré que no lo he hecho mal / si conquisto su atención / y leen la redacción / desde el inicio al final.

Salud, dinero y amor / con verdadero interés / a mis lectores deseo.

Seguirá siendo un honor / que visiten cada mes / ‘La vera del Guadalfeo’.

 

 

 

 

 

 

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