Rodriguez López
Cuando España entró hace unos diez años en la Unión Económica y Monetaria y se adoptó el euro como divisa, parecía haberse dado un salto definitivo hacia la estabilidad y el desarrollo económico en España. En los primeros años de la integración la realidad pareció responder a las expectativas generadas. El crecimiento económico se aceleró ante la mejora general de las condiciones de financiación crediticia. El desempleo se redujo a niveles por debajo del 8% de los activos. El espectacular aumento de la población inmigrante reflejaba la intensa creación de empleos.
Las políticas de los bancos centrales (Reserva Federal de Estados Unidos, Banco Central Europeo en la Eurozona) impulsaron la presencia de unos tipos de interés reducidos. Los volúmenes de crédito a empresas y a hogares crecieron hasta niveles excepcionales. En el caso de los hogares, además de estimularse la compra de vivienda, se acrecentó la financiación a coste reducido con garantía hipotecaria de la propia vivienda para fines de consumo familiar.
En 2007 la crisis de los préstamos hipotecarios a prestatarios poco solventes, iniciada en Estados Unidos, afectó a todo el mundo. Esto sucedió por la venta mundial que se habia realizado de tales préstamos a los inversores a través de los sistemas financieros nacionales. La crisis fue primero financiera, después económica y por último se ha convertido en una crisis de deuda. Las actuaciones de los gobiernos encaminadas a paliar las consecuencias de la crisis impulsaron el crecimiento de la deuda pública. La deuda de los países con mayores niveles de déficit y de endeudamiento público ha sido objeto de abundantes ataques especulativos.
En España la deuda pública estatal no es elevada en términos de comparaciones internacionales, pero el endeudamiento privado es importante. Las entidades de crédito, bancos y cajas de ahorros, apelaron a los mercados de capitales para financiar el espectacular desarrollo inmobiliario de España entre 1997 y 2007. En dicha etapa los depósitos no bastaban para hacer frente a la fuerte demanda de crédito. Tales actuaciones originaron buena parte de la actual deuda exterior de España. El mayor endeudamiento no fortaleció la base productiva, sino que tuvo un destino en gran medida especulativo.
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El gobierno cambió el perfil de la politica económica desde mayo de 2010. Medidas tales como la reducción de sueldos de los funcionarios, la disminución de las inversiones públicas, la elevación de algunos impuestos y la congelación de las pensiones no ayudan a la imagen del gobernante de turno. Se ha modificado la normativa laboral, reduciendo los costes del despido. Se extenderá la edad de jubilación obligatoria hasta los 67 años. Se van reducir gradualmente las nuevas pensiones, al alargar el periodo de cálculo, y se ha previsto la privatización de aeropuertos y loterías.
Se pretende disminuir el déficit de las administraciones públicas para mejorar la posición de la deuda española, pública y privada, en los mercados de capitales. El desgaste del presidente del gobierno de España ha resultado significativo. Solo una fuerte recuperación de la economía y del empleo en 2011 podría cambiar el declive electoral previsto, que no es irreversible, para el actual gobierno socialista. Esta situación afectará a los resultados de las elecciones locales y autonómicas previstas para el próximo mes de mayo.
Las crisis del euro en 2010 redujeron los optimismos puestos en la Unión Monetaria Europea. Resulta escasa la coordinación en la política económica dentro de dicha área, donde no hay una unión fiscal. El Banco Central Europeo ha aportado liquidez a los bancos y ha ayudado a los gobiernos comprando deuda pública. Los mercados de capitales, a falta de especular contra las monedas de los estados miembros ante la realidad de la moneda única, lo hacen con la deuda pública de dichos estados.
La presión de los mercados de deuda obligó a establecer planes de salvamento para Grecia e Irlanda. En dichos procesos Alemania se ha movido con extremada lentitud, atenta a no aparecer como salvadora de gobiernos poco rigurosos en el control de sus finanzas públicas. La deuda española ha sufrido dichos procesos especulativos, que deprimen los precios de dicha deuda y que elevan su coste para el gobierno de España. La diferencia de coste de la deuda española con la de la deuda alemana a diez años es el indicador «estrella» en la actual coyuntura económica.
Las agencias internacionales de «rating» han subrayado como principales problemas de la economía española, en primer lugar, al correspondiente al valor real de los activos de bancos y cajas de ahorros. Se subraya la presencia en los balances de dichas entidades de importantes volúmenes de créditos a promotor de difícil recuperación. En segundo lugar, se considera necesario controlar los presupuestos de las autonomías. En dichas administraciones públicas está creciendo con fuerza el endeudamiento y no es fácil conocer la realidad de su situación de déficit, lo que afecta a la valoración exterior de España.
La economía española tiene potencial como para superar las presentes dificultades. Dicha superación resultaría más fácil en presencia de un mayor dinamismo en la economía mundial. Resulta necesario mantener una politica de rigor, en la que se priorice la atención a los problemas señalados desde fuera de España. No todo tiene que ser ajuste y rigor. También se debe de modificar a medio plazo el modelo productivo español, donde aparecen abundantes territorios, sobre todo al sur, en los que el ladrillo expulsó numerosas actividades productivas que hubiesen ayudado ahora a superar la menor actividad en la construcción residencial.
afiliados a la
Seguridad Social en alta di sminuyeron desde los 21.275 de diciembre de 2007 hasta 17.971 en noviembre de 2010. Ello implica
una pérdida de 3304 empleos, el 15,5% del empleo total,
esto es, una
reducción superior a la correspondiente al conjunto de la