El foro de Concha
Decía Benjamín Disraeli que cuando somos jóvenes creemos que, no sólo nosotros, sino todo cuanto nos rodea es inmortal.
Después de él, descubrí y paladeé otros sabores, tan diferentes y tan propios, que su sola mención me otorga el don de la ubicuidad, ya que esté donde esté, me trasladan a este paraje único y singular, lleno de azules etéreos y montes rotundos.
El vino costa es otra de nuestras joyas, y aunque no soy enóloga para aplicar los adjetivos adecuados a este caldo, sí puedo decirles que en él se combinan el calor de nuestro sol y la belleza de nuestros paisajes. Es un vino que te habla y lo hace de las manos que cultivaron sus vides, de la sequedad de las tierras que las vieron crecer y de la luz que le confirió ese tono rosado.
Son vinos que se han hecho mirando muy de cerca al mar, en laderas imposibles, rotas por barrancos que las quiebran sin piedad, en una naturaleza extraña, de la que hasta el agua se esconde bajo la tierra y que sin embargo da lo mejor de sí misma, apenas se pone un poco de cariño en ella.
Por eso creo que la inmortalidad no es exclusiva de la juventud, sino que es el conjunto de sensaciones, sabores y recuerdos, que convierten en eterno, lo aparentemente frugal.