Día de la dignidad

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CONCHA CASAS

Parece una ironía en los tiempos que corren que celebremos el día del trabajo. Debía ser más bien el día de los parados y paradas. El mundo ha cambiado tan deprisa que no nos ha dado tiempo a asimilar lo que nos está ocurriendo y seguimos utilizando términos que ya carecen de significado.

Cuando se instauró este día como símbolo de la lucha obrera, era porque efectivamente por lo que se peleaba era por conseguir mejoras en el revuelto panorama laboral que la revolución industrial trajo consigo.

Estaba naciendo una nueva sociedad, la del consumo. Fue un camino dificil, con muchos ajustes, mucha sangre derramada, muchas crisis también que se solventaron de la peor manera posible.. eran en definitiva otros tiempos.

Lo que hoy estamos padeciendo es todo lo contario. Si entonces se peleaba por conseguir mejoras, ahora casi lo que se pretende es que no nos quiten más de lo que ya nos han quitado.

El sistema se ha agotado, no da más de sí. No nos sirven las viejas estructuras, ni tan siquiera los viejos conceptos, ni mucho menos las viejas formas. Asistimos al fin de un ciclo y aún no sabemos como será el nuevo, el que nazca de todo esto. Porque si hay algo que el género humano ha demostrado en su largo paso por esta tierra, es que tiene un infinito poder de reinventarse a sí mismo una y otra vez.

El camino a seguir ahora es diferente y lo sabemos, en el fonde de nosotros lo sabemos. Si haces lo que hiciste, obtendrás lo que obtuviste. La revolución que nos toca es distinta, en ella no cabe la violencia, ni las guerras que por otro lado acabarían con el planeta. La revolución que nos queda empieza por cada uno de nosotros. Como es adentro es afuera, si tu interior es armónico tu exterior también lo será.

Por eso los que actualmento nos desgobiernan no tendrán cabida en el nuevo mundo. Se rigen por valores económicos, no humanos, priman en ellos las finanzas en lugar de los sentimientos, no tienen escrúpulos para seguir destruyendo en lugar de crear…. y queridos lectores hemos llegado a un punto en el que o cambiamos o nos destruimos, no hay más opciones.

Somos una especie única, en nuestro interior tenemos una riqueza infinita que desconocemos y creo que esta crisis es una oportunidad para encontrarla.

Por eso este día, o su nombre, me resulta agotado. Debería llamarse el día de la dignidad, que en definitiva es lo que nos están quitando.

 

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