Huelga General

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Se ha dicho

En algunas pancartas se podía leer ZPP aludiendo claramente al viraje neoliberal que el señor Zapatero ha dado sin complejos en los últimos meses. Podemos concluir por tanto que la reforma laboral sería un calco de la que el PP hubiera propuesto de estar en el gobierno (el resto ha sido un apaño en el congreso con la derecha nacionalista tanto vasca como catalana; han tenido que trabajar hasta en Agosto, algo inaudito en la historia reciente). Esto nos lleva a la descorazonadora conclusión de que las ideologías políticas han sido engullidas por el todo poderoso poder económico (la banca sionista y otros), que es el que en realidad marca las directrices políticas de los gobiernos. Los trabajadores más que nunca nos encontramos entre la espada y la pared, o mejor dicho entre una «izquierda» de derechas y las derechonas de toda la vida, la elección no resulta muy alentadora. Habrá que reorientar el voto útil.

Tal vez de lo que se trate, por parte de los ciudadanos, sea de que luchemos con todos los medios a nuestro alcance para recuperar ese poder de decisión que les han arrebatado a nuestros gobiernos; es decir conseguir una Democracia efectiva. ¿Inventando una nueva política o nuevos métodos de participación ciudadana? En cualquier caso, ejerciendo nuestro legítimo derecho a la protesta, aunque quieran hacernos creer con su propaganda mass-media, que formamos parte del primer mundo porque a costa de endeudarnos hasta las cejas algunos se han podido comprar incluso un maravilloso 4×4 y la bonita casita adosada. Aunque seamos más pobres que antes porque nuestro nivel de endeudamiento resulta insostenible en muchos casos.

El enemigo (por llamarlo de alguna manera) nunca es otro trabajador, ni el inmigrante (que en definitiva es igual que nosotros pero en otro país, recordemos la España de los 50, 60 y 70), ni siquiera el enemigo de verdad (el magnate de Bilderberg, el banquero especulador o el político corrupto), el enemigo es nuestro propio sueño. Sí, porque para creer en el «sueño americano, o el sueño del capitalismo» hay que estar dormidos. Así que la única manera de arreglar las cosas es despertando… y con los ojos abiertos rechazar la usura y sus efectos colaterales: las injusticias, las guerras y la esclavitud del dinero deuda con intereses sanguijuelas del sistema; recuperar la banca pública para mover la inversión productiva que crea trabajo en la economía real (no la especulativa); trabajar bajo la óptica de la colaboración, la cooperación y la eficiencia en lugar de la competitividad… y despedir para siempre a esa caterva de corruptos (convictos que no confesos) asentados en las cúpulas de la partitocracia, para reinventar una nueva democracia para España y para el mundo.

 de la huelga general del 29-S que no ha sido del todo «general» y que para algunos su convocatoria fue demasiado tardía. Mal andan las cosas si se convoca una huelga en defensa de los derechos de los trabajadores y las voces que más se hacen oír son precisamente las que se alzan a favor del derecho legítimo a trabajar el día de la convocatoria. Ante una huelga general, por supuesto, se puede ejercer ese derecho de asistir a tu puesto de trabajo, pero si somos consecuentes (virtud nada común entre los seres humanos), con la misma soltura que el trabajador o trabajadora no ha querido perder el salario de un día de lucha reivindicativa, no debería obtener luego el beneficio de las mejoras que la huelga haya podido conseguir. No podemos olvidar que los derechos laborales han sido históricamente una conquista (a veces cruenta) que ha costado infatigable esfuerzo y demasiadas vidas: las vacaciones pagadas, las 40 horas de jornada, las subidas salariares, la edad de jubilación etc… se han logrado a pie de calle y a golpe de pancarta y de piquete, aunque incomprensiblemente algunos trabajadores (como en este caso) no han apoyado a veces la movilización. Pienso que hay que dar la enhorabuena a todos los que han conseguido el temido «divide y vencerás» a base de calumniar la labor sindical (criticable como toda labor socio-política) y convencernos de que hay que salvar a los mercados y el gran capital: La banca. Cuando ésta se salva solita y además las crisis le sirven para generalizar la esclavitud laboral y postrar a aquellos que se creyeron ricos, haciendo esclavos a unos y otros de la gravosa deuda de la que ellos son beneficiarios. Aquí se trataba (y se trata) de no dejar que estos tiburones especuladores sin escrúpulos usufructúen nuestros derechos laborales (convenios sin efecto, contratos basura, despidos no baratos sino libres), se coman nuestras pensiones (subida de la edad de jubilación, entrada de capital privado al sistema), y ataquen ya sin freno el resto de servicios públicos que nos quedan: Sanidad, Servicios sociales, Educación…

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